Jorge Enciso moldea un particular paisaje cerámico en esta exposición en la galería Verónica Torres Colección de Arte. La expresión del artista, que bebe de la riquísima tradición local,subraya en estas piezassentidos subjetivos e íntimos, capaces de transmitir una vibrante energía emocional, óptica y táctil.
La serie no sólo trata de un cambio iconográfico en el tránsito creativo de Jorge Enciso, sino de una apuesta por la abstracción en la que refuerza procesos de búsquedas, de metamorfosis. Este estado de incertitud, además de propiciar un análisis sobre su trabajo reciente y el anterior, imagina una imagen doble, una desde dónde advertir el orden en el caos, o viceversa.
La obra de Jorge Enciso representa en extremo el refinamiento formal y conceptual del problema cerámico del vacío en la práctica de la escultura. La invención del cuerpo, o de sus partes desde donde comprender heridas o fisuras es el motor mismo de este proceso resuelto con elegante austeridad.
Poner en foco el afuera y el adentro de estos volúmenes es una empresa que demanda un notorio compromiso técnico, físico y psicológico. El artista se deja inspirar libremente por formas arcaicas, primitivas y sensibles, mientras interviene su piel en el afán de sublimarlas.
Despejando toda tentación figurativa, los volúmenes revelan una memoria de experiencias y contactos. La arcilla moldeada, dibujada, quemada y secada como símil corporal ofrece una metáfora poderosa y absoluta. Prefigura el drama del cambio y de la obsolescencia con sus grietas, mutilaciones o muescas, permitiéndose penetrar por la fragilidad o regurgitando oscuras verdades.
Este movimiento temático y morfológico señala dualmente la memoria y la identidad, conducida por un trabajo de modelado previo que es central en este planteamiento. Es una estrategia ilusionista urdida para emocionar al público, y así alejarlo de percepciones de la realidad física.
La decena de piezas de mediano y gran formato alude a las recientes investigaciones y transformaciones formales del artista. Remiten a morfologías orgánicas rematadas en sus cúspides o lados con marcas que semejan heridas cauterizadas, bocas tumultuosas o volcanes extinguidos.
El desborde amórfico y dramáticamente perforado está siempre surcado por la característica textura de geometría hexagonal o lineal produciendo una memorable impresión. Con la piel ornamentada, las piezas parecieran ganar una protección, un ungüento contra la adversidad, una serenidad ante el desasosiego.
2. Receta e ingredientes
La piel es seña de identidad en los objetos cerámicos de Jorge Enciso,sustanciando un mensaje distribuido sin cesar, esgrafiandouna cáscara de geometría inefable, aunque permitiéndose distraerse y quebrarse en texturas más libres. La camada exterior de hexágonos insufla ritmos generativos, reproduce obsesivamente polígonos de seis lados, transfigurándoseen una costra de patrones de panales de miel, de mundos minerales, de abstracciones de la geometría plana o hasta defórmulasquímicas.
Ya poseídos por esta narrativa sensorial, nos estremecen las olas, el movimiento epidérmico y muscular evocador de colmenas, piedras columnares o cristales. Es como si las manos de Jorge pudieran hacer la digestión de la materia sellando volúmenes rotundos, aún sobre las contingencias que despedazan el barro.
Este es un arte cerámico que pone en perspectiva tanto técnicas milenarias como posiciones actualizadoras, escenificando cierta estrategia emocional, un ajuste conceptual cercano a la sensibilidad surrealista. Desde la humilde referencia a tipologías elementales como el cántaro, la olla o la urna, oempleando la técnica ancestral del colombín, este hacer elige y erige monumentos palpitantes y movilizadores.
Esta cerámica propone dialécticamente ser templo sagrado y lugar de catarsis, condensar sinuosamente un magma anímico desde dóndeimaginar un nuevo mundo, sin miedo, sin daño, sin censura. Encierra fermentos y se erige como carne-fruto de derrumbes térreos: se entrega, se inflama y calcina hasta hacer latir el secreto de sus entrañas.
La revisión, el acto de ver con ojos nuevos, de entrar en la obra de Jorge Enciso desde una nueva dirección crítica, es más que cocinar un capítulo del arte cerámico contemporáneo en el Paraguay. Pensar y escribir en un arco de vibrantes esperas y metas, recordando la impronta de nuestras ceramistas amerindias y campesinas, de Julián de la Herrería y Josefina Plá, de Keka Zaldívar o de Julia Isídrez, entre tantas y tantos, supone una búsqueda de identidad para este medio expresivo: es un acto de sentido, de conciencia y, porqué no decirlo, de saludable resistencia.
Fernando Moure
Aregua-Venecia, julio de 2022
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